Ir al contenido principal

Tiempo de ser amada. - Camila, 46 años.





Un día más ha terminado, estoy un poco cansada pero no logro conciliar el sueño. Ha sido un día largo después de terminar todas mis actividades que, a decir verdad, se tornan cada vez más rutinarias pues siento una sensación de necesitar algo diferente que me permita seguir motivada en mi vida.

Desde muy joven me he dedicado a mi trabajo, tengo anhelos de cumplir mis metas, superarme, pero cuando una mujer se propone salir adelante hay veces que tiene que dejar para después algunas cosas como el amor o incluso la familia y ese ha sido mi caso.

La mayoría de mis relaciones han terminado por tener como objetivo mis prioridades de salir adelante. Realmente creo que son pocos los hombres que apoyan a su pareja o al menos esa ha sido mi suerte, pero tampoco pierdo el ánimo de encontrar ese gran y buen amor que lo apoye y que él haga lo mismo conmigo en todo sentido.

Hace ya algunas semanas que al llegar a casa y no tengo nada más que hacer invade mi cabeza el pensamiento de cómo sería mi vida si me hubiera abierto las puertas al amor de una forma menos exigente tal vez. Sé que el hubiera no existe, y que tampoco es tarde aún, pero qué tan diferente sería mi vida en este momento en dado caso de haberlo hecho así, ¿sería mejor o con menos logros?

Me miro unos momentos en el espejo, es cierto que ya no soy una jovencita, pero aún poseo en mi una gran fuerza para poder amar y sentir nuevamente, entregarme por completo al amor y al placer.
 

Cierro un momento mis ojos, me pregunto e imagino cómo será aquel hombre que hará que me sienta amada, deseada, una mujer en plenitud. Claro que como toda mujer tengo mis expectativas de cómo será ese gran hombre en mi vida. En mi caso no son físicas ni económicas, sino la actitud que tenga hacia mi y cómo me haga sentir en los buenos y malos momentos.
No deja de volar mi imaginación y deseo cada vez con más fuerza que, aunque quizá aún no lo conozco, estuviera aquí junto a mi. Lo necesito pues estoy comenzando a sentir el deseo de compañía y en especial de tocarme y exitarme. Me resisto cada vez menos a la idea de explorar mi cuerpo buscando esa satisfacción que necesito al menos por este momento.

No pasa mucho tiempo cuando pierdo la batalla y doy rienda suelta a mi deseo y comienzo a acariciarme, a hacerme sentir las caricias que me gustarían sin dejar de imaginar que él está aquí conmigo provocando mil cosas en mi.

Mi respiración cada vez es más intensa, intento nuevamente resistirme pero mis manos casi sin darme cuenta ya están acariciando mis senos y de una forma tan suave que siento que es él. En mi mente pienso - ¡no pares, atrévete a más! - mientras le doy forma a su rostro y a su cuerpo, a la forma de besarme y a cómo son sus manos para imaginar mejor sus caricias que tanta falta me están haciendo ahora. Es ahí, en ese momento, cuando empiezo a explorarme. No lo hago muy a menudo, pero esta vez quiero que sea una ocasión especial, con un toque de amor y pasión que haga crecer mi esperanza. Levanto un poco mi blusa y también bajo un poco mis jeans para poder acariciar mejor mis pechos y buscar el camino a mi sexo.

Debo decir cuando me toco lo hago pensando en alguien especial, hoy ese alguien no se quién sea pero debe estar en algún lugar.
Realmente me estoy concentrando tanto que en verdad siento que es él quien me acaricia y no mis manos. Con una actitud apasionada y sintiendo cada vez  más su presencia, quito mi blusa y pantalón.

Apuesto que le gustaría verme así cada vez que llegue a casa, quizá del trabajo o alguna reunión y yo encantada lo complacería ¿O me equivoco al pensar que le gusta a un hombre ver a su mujer sexy para él? Una vez que me quedo solo con mi ropa interior estoy lista para entregarme de lleno al placer de este momento y dedicarle mis pensamientos a ese hombre desconocido.
Me siento sobre el respaldo del sofá, humedezco mis dedos con mi boca y los deslizó por debajo de mi tanga para ayudar a lubricar mi vagina. Lo hago lentamente, con suavidad, aún con amor pero ahora también con perversión. Imagino que él esta de rodillas frente a mi comenzando a hacerme sexo oral, y eso me encanta, es la mejor forma en la que podría exitarme y hacerme suya y lograr que me entregué a él totalmente y cuando él desee.

Supongo que entregarse de esa manera resulta fácil cuando pueda sentirme amada de verdad. 

Quizá sea un hombre experimentado sexualmente a lo largo de su vida y me lleve a descubrir nuevas cosas y sensaciones, pero también quiero disfrutarlo como me gusta, de una forma más cómoda y conocida para mí. 

Me recuesto en el mismo sofá y sin esperar más bajo mi tanga hasta las pantorrillas e imagino que él se cuela debajo de ella y entre mis piernas listo para hacerme llegar al clímax. Mientras, sigo tocándome, dejando fluir toda la pasión que pasa por mi mente y que me hace delirar y pensar que lo atrapó con mis piernas insinuando que ya quiero ser penetrada.

Sin pena imagino que lo hace, un poco tosco pero me agrada. Empieza con un ritmo un poco fuerte y constante mientras que yo en realidad estoy masturbandome cada vez más fuerte con un par de dedos y mi pulgar en mi clítoris. Así me mantengo por muchos minutos al tiempo que acarició mi vientre y mis pechos suponiendo que los está chupando mientras no para de hacerme suya. 


Agotada por el momento caigo a mi cama, rendida, suspirando, extrañándote sin conocerte aún. Lo último que por mi mente pasó antes de quedar dormida fue - No tardes más -.

Camila



Comentarios

También puedes leer...

💖 Nuevos sabores - Norma, 29 años 💖

Desde ya casi 3 años que estamos casados mi esposo y yo más 2 años de noviazgo y que nos conocemos. Realmente desde el principio de la relación la comunicación entre nosotros ha sido constante y siempre hemos sido sinceros el uno con el otro casi en todo. Digo casi en todo porque a veces pienso que él como hombre quizá guarde algunos temas para si mismo, y de ser así debo decir que también he guardado un tema en particular que no he tenido el atrevimiento de platicar con él, principalmente por pena y un poco de miedo. Considero que somos una pareja normal, tan común y corriente como cualquier otra con todo y sus problemas ocasionales, salimos a pasear, a hacer compras, él sale con sus amigos, yo con los míos, tenemos sexo algunas veces por semana para levantar el ánimo en un mal día o cerrar con broche de oro una gran jornada o por el simple hecho de desearlo, justo como hoy. Hace apenas unos minutos que terminamos de tener relaciones y ha sido tan rico y placentero como cada vez ...