Si, en efecto, mi relato es sobre mi primera vez.
Cada chico a chica pierde su virginidad o tiene si primera vez de maneras o situaciones muy diferentes. A veces son planeadas y otras veces son totalmente inesperadas al igual que el lugar donde esto pasará.
Para muchas mujeres es importante cómo pasará esto. No me refiero a lo romántico como muchas veces imaginamos una cama llena de pétalos de rosas, pero al menos si que sea un momento lindo, cómodo, inolvidable y que la persona con la que esto pase nos cuide y no nos haga sentir utilizadas.
Mi experiencia al perder mi virginidad y entregarme a quien era mi pareja en ese entonces fue de esas veces inesperadas. Ya llevábamos casi un año de relación como novios y ya me había pedido algunas veces que tuviéramos nuestra primera vez. Yo tenía apenas 16 años y me sentía un poco temerosa y cada vez que me proponía hacerlo le decía que me diera tiempo, que aún no estaba lista y que me gustaría mucho que fuera algo espontáneo para que fuera algo que realmente nos naciera a ambos.
Fue muy lindo de su parte. A pesar de que yo aún no me decidía a hacer el amor con él y que llegó el momento en el que dejó de pedírmelo siguió conmigo de forma paciente hasta que sucedió.
Sus papás tenían un par de pequeños puestos de comida y su casa estaba muy cerca de ahí. A veces pasábamos tiempo cerca de ahí o incluso ayudaba con algunos encargos en pudiera apoyar.
Fue una vez que hicimos un par de encargos de cosas que tenían en su casa pero no podían ir por ellas para no descuidar los clientes llegaban, así que mi novio y yo íbamos por ellos. En uno de esos encargos le pidieron a mi chico que llevara algunas cosas y que metiera al horno algo de carne y que espere a que esté lista. Eso llevaría tiempo, así que aprovechamos en preparar un poco de salsa que también hacía falta. Entre lo apurados y mi falta de habilidad en la cocina terminé manchada de salsa roja en todo mi vestido sin darme cuenta. Si llegaba a casa así mis papás me iban a regalar y mi novio y yo nos pusimos nerviosos buscando la manera de limpiarla.
Tratábamos de quitar las manchas con servilletas pero solo embarrabamos más, así que fuimos rápido con su mamá para que nos ayudará. Nos dijo que debíamos lavarla antes de que se secaran las manchas, nos dio todas las indicaciones y cómo hacerlo pues ella no podría ir.
Regresamos a la casa, no pensamos en un pequeño detalle, ¿qué me iba a poner mientras? Nos miramos el uno al otro con un poco de pena...
- Pues estamos solos, no hay nadie más y no sé si me tengas aún la confianza.
- Claro que te tengo confianza, pero me da penita.
- Bueno, haz de cuenta que estás en traje de baño, como cuando fuimos a la playa con tu familia.
- ¡Qué conveniente, no? Vivo que me saliste.
- ¿Entonces prefieres que te regañen tus papás?
Ambos sabíamos que era un momento que terminaría en algo más, él lo deseaba y sabía que tenía la oportunidad, yo también lo deseaba, pero no sabía cómo dejarme llevar.
- Obvio no quiero eso, pero bueno, da lo mismo si me lo quito aquí que si lo quito en el baño, ¿no? De todos modos me vas a ver.
- Pues si, aunque igual puedo ayudarte a hacerlo...
- Te mueres por hacerlo, ¿verdad?
- Sabes que si...
- Hazlo.
Me gire para darle la espalda y viera el cierre que ajustaba mi vestido. Lo bajó hasta media espalda donde llegaba, dejo mi espalda descubierta y después me abrazó y empezó a besar mi cuello mientras me rodeaba con sus brazos.
No teníamos mucho tiempo, al menos no tanto como me hubiera gustado para esa primera vez.
- Quítamelo, mientras se lava vemos qué pasa.
No lo pensó dos veces y dejó caer mi vestido, lo tiró en la lavadora y nos fuimos a la sala par estar un poco más cómodos. Jugueteamos un poco, entre cosquillas, besos y abrazos disfrutamos el momento de esa forma hasta que en esos movimientos mi brasier cayó dejando disfrutar el sabor de mis pechos aún pequeños. El ritmo bajó, pero la exitacion se elevó. Ya recostada en el sofá él se quitó la playera, el pantalón y bóxer. Solamente faltaba mi pantaleta y fue lo que hizo, al fin estábamos ambos totalmente desnudos.
Hubo un pequeño silencio de nerviosismo, él solamente se inclinó despacio hacia mi abriéndose paso para que lo abrazara con mis piernas. Llegó hasta mi boca y comenzó a besarme, no hubo más palabras, solo besos, caricias y... Lo siguiente.
Estaba realmente exitada y húmeda de mi entrepierna al sentir el rose de su pene en mi. Estaba a punto de suceder. Nuestros cuerpos estaban cada vez más unidos, más juntos, a punto de ser uno mismo.
De pronto sentí un movimiento con más fuerza de lo que estaba haciendo, al mismo tiempo sentí la forma en que empezaba a entrar en mi. Era el preciso momento en que me transformaba en mujer, en su amor, el instante en que me hacía suya.
Solo recuerdo abrazarlo con una mano mientras que con la otra contenía ligeramente sus movimientos, me dolía un poco pero era también muy rico. Mis gemidos escapaban sin mucho control, todo estaba pasando de una forma increíble. Continuamos en la posición durante un rato pues nuestra falta de experiencia no sabíamos que otras hacer. Poco a poco fui dejando que me penetrara con mayor intensidad al dejar de dolerme y disfrutar mejor esa primera experiencia. Sin darme cuenta, hasta que tiempo después que había sido, llegue al orgasmo. Sin duda eso fue algo que lo hizo aún más especial, tener mi primera relación sexual y tener mi primer orgasmo.
Cuando terminamos solamente nos quedamos viendo durante unos segundos. Quizá suene cursi pero ese tipo de momentos hace la diferencia e inolvidable la primera vez. Te olvides de todos esos detalles que imaginabas antes de eso, ahora sabes que no era tanto lo romántico de la habitación, sino los pequeños detalles que no se pueden tocar.
Nos vestimos y regresamos a ayudar a sus papás como si nada hubiera pasado, ellos tampoco preguntaron nada sobre por qué habíamos tardado tanto. Durante el resto de la tarde cruzábamos miradas de complicidad y travesura. Obviamente hicimos el amor muchas veces más, pero sin duda está fue la más especial para mí.




Comentarios
Publicar un comentario